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Raquel Del Rosario batalla con un puma en California para salvar a su hijo

Raquel Del Rosario batalla con un puma en California para salvar a su hijo

¿Recordáis el meme de Gloria Serra parando una vaca con la mano? Absolutamente amateur, olvidaos de él, porque ha llegado un mejor y más grande. Se trata de Raquel Del Rosario, líder de El Sueño De Morfeo, que ha acabado con un puma con el poder de sus puños. Bueno, en realidad no acabó con él, que de eso se encargó posteriormente el gobierno de California, pero sí consiguió apartarlo antes de que acabara con su hijo.

Según parece, la cantante se encontraba en su casa cuando el niño fue a recoger fruta de un árbol y el puma lo atacó. El puma, el animal, no el cantante, que probablemente hubiera provocado en el niño daños mucho más irreparables. Imaginad al niño recogiendo fruta mientras un señor con un tupé descomunal se le acerca con un «numerao, numerao, viva la numeración». El llanto del pobre crío hubiera alertado incluso a estados colindantes, moviendo al ejercito a tiempo de que la canción llegara a la parte de «pavo real, uuuh» y ya no hubiera nada que hacer.

Gracias a Dios, el que atacó al hijo de Del Rosario fue un animal, con lo que la artista pudo sacar de sí su mejor Chun-Li y enfrentarse a él. Se lo quitó de encima en el momento que un segundo puma -este tampoco el artista- llegaba al jardín. En ese momento, Raquel, su pareja y el niño consiguieron refugiarse en casa y arrancar con las llamadas a urgencias y los avisos pertinentes.

Gracias a Dios no hubo que lamentar más que algunas cicatrices y el disgusto del momento, que la Raquel Del Rosario ha contado así en sus redes sociales:

«Siempre he dicho en tono de broma que algún día, los ángeles de la guarda de mis hijos dimitirían por estrés. “Unos milímetros más y no lo hubiese logrado”, fueron las palabras del doctor. (…) “Mami, voy al árbol a buscar fruta”, me dijo en el jardín. El grito que escuché segundos después aún sigue resonando en mi cabeza, al igual que la imagen que vi al girarme. Un puma se había avalanzado sobre el y lo hería ferozmente con sus zarpas.

Inmediatamente dejé de percibir el mundo, aún hoy no logro entender como atravesé el jardín en milésimas de segundo o de dónde provenía la fuerza que me hizo golpear repetidamente al animal con mis puños hasta quitárselo de encima. Pedro apareció en ese momento, al igual que un segundo puma, logramos entrar en casa sin más incidentes, alertamos a los vecinos y salimos al hospital.

Mi corazón se rompió por completo cuando le vi salir de la cirugía. Si alguien me hubiese dicho en ese momento viendo su estado, que tres días después saldría corriendo del hospital jamás lo hubiese creído. (…) Cuando regresamos a casa del hospital, el vecindario estaba lleno de camiones de prensa que cubrían la noticia. (…) Los vecinos nos habían hecho llegar cartas, regalos, comida y demás detalles a casa.

El día del incidente, pasé por casa para organizarme con Leo y preparar algunas cosas para el hospital. En ese momento llegaron las autoridades para recoger muestras de ADN y hacerme unas preguntas. Mientras revisaban los alrededores, descubrieron que el puma seguía agazapado en mi jardín a pesar de que habían pasado varias horas. Siguiendo el protocolo que dicta la ley de California, se vieron obligados a sacrificarlo. 

Desde la ventana observé como el otro puma que resultó ser su hermano regresaba al jardín acompañado de su madre. Ella se posicionó junto al cuerpo sin vida de su hijo e intercambiamos una mirada de dolor que jamas olvidaré (no se pueden imaginar los sueños que he tenido con ella).»

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