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Nuestro queridísimo y ya desaparecido Camilo y nuestra querídisima y ya hidratada Edurne presentan sus últimos aKústiKos

Nuestro queridísimo y ya desaparecido Camilo y nuestra querídisima y ya hidratada Edurne presentan sus últimos aKústiKos

Érase una vez que se eran dos artistas que decidieron promocionar sus últimos temas con akústikos en la interweb. Bueno, a Edurne la acompañan con más arreglos, pero haced el favor de no sacarnos de esta fantasía. Era el reino de Promócica, un reino que Lady Gaga desconocía por completo, inmersa como estaba en el de ‘Chromatica’, donde toda promo era inviable. Pero en Promócica, la gente promocionaba su material y eran realmente felices, protegidos por el hechizo de dar a conocer su música.

Reinaban en Promócica dos reyes: Nuestro Querídisimo Y Ya Desaparecido Camilo I (no confundir con Camilo Sesto, que llegaría más adelante), y Su Alteza Real De La Hidratación y Dos Petunias Edurne IV. Ni idea de quienes eran las Edurnes anteriores, posiblemente concursantes random de ‘La Voz’ o ‘Popstars’ o algún talent cutre de la autonómica vasca, que ahí hay más Edurnes. No nos acoséis a preguntas durante este relato, que no acabamos.

Volviendo al tema, su majestad Nuestro Queridísimo Y Ya Desaparecido Camilo I era un rey campechano, cercano al pueblo, tanto así que vestía con ropa de esa de tiendas al peso y luego le decía a su séquito «but let’s make it fashion». Tres barberos artesanos del pueblo procuraban que los bigotes de su Desaparecidísima Alteza estuvieran siempre en perfectas condiciones y tuvieran el brillo y filo necesario. Como regalo, Camilo I decidió interpretar ‘Bebé’ y ‘Vida De Rico’ en las escaleras de la barbería, y los niños del reino reaccionaron con algabarabía ante los cánticos del rey.

La Reina, por su parte, era algo más exquisita. Su Hidratadísima Alteza trabajaba duro para mantener vivo el hechizo que hacía florecer el reino. Cada mañana peinaba sus cabellos a ritmo del mágico cantico ‘Te Falta Veneno’, que hacía que los Aloes y las Dalias crecieran por toda la villa como en la mejor de las primaveras, incluso en pleno invierno. Cada hogar disponía de su propia despensa de Neutrógena, tal era el empeño que la reina ponía al cantar al amanecer. El pueblo la recibía siempre con entusiasmo allá por donde iba, de modo que Edurne IV decidió recompensarlos con directos de ‘Tal Vez’ y ‘El Mundo No Se Acaba’. Cuentan que de su coleta brotaron unas fastuosas enredaderas que hoy decoran la fachada de todo el palacio.

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