Ana Mena ha visitado hoy a los alumnos de la Academia de ‘Operación Triunfo 2020’. Cuando ha entrado por la puerta, el recibimiento ha sido cordial pero poco entusiasta y empezaba a notarse que los allí presentes no tenían muy claro quién era Ana Mena. Cuando la muchacha ha salido por la puerta, las dudas han continuado, llegando a comentar por lo bajini el nombre de la artista, como intentando recordar quién era, o dejando ver que no conocían ningún tema suyo a priori.
Pero Ana Mena tiene ‘Ya Es Hora’. Tiene 10 millones de escuchas en su dúo con Maldita Nerea. ‘Ahora Lloras Tú’. Dos inmensos hits en Italia, el segundo también en España. Duos con Sean Kingston, Omar Montes, CNCO e incluso Thalía. ¿Cómo puede alguien no saber quién es Ana Mena? Pues es perfectamente posible que no lo supieran, aunque casi imposible que no conocieran sus temas: el perfil artístico de la cantante se ha definido terriblemente mal en España.
Es decir, Ana Mena no es alguien reconocible por el gran público, por muchos millones de escuchas y views que consigan sus singles. Puesta al lado de otros artistas, termina cediéndoles la canción (‘Ya Es Hora’ es prácticamente un tema de Becky G) y la sensación que termina uno teniendo es que Ana Mena es la muchacha que armoniza un puñado de canciones populares.
¿Porque cuál ha sido, durante estos últimos años, el engaging que ha tenido con el público? Es una chica más del montón de chicas latinas que invaden la industria del momento, con su pequeño catálogo de hits en medio de un mar de intentonas. Porque sí, por cada tema que funciona de Ana, seis se la pegan. Es la chica que suena de fondo en un playlist de éxito y que como no molesta, se deja reproducir. Es la invitada perfecta del Festival de turno de Los40 porque los singles han sonado en la radio. Es la eterna candidata a estrella del pop, tratando de adaptarse a lo que le viene: ¿qué está de moda el doo-wop? Pues ella es Meghan Trainor. ¿Qué hay que ponerse latina? Pues es Tini. Lo mismo le da ocho que ochenta. Sigue pasando por el aro de galas de Nochevieja y likes en Instagram.
Y al público también le da bastante igual todo, porque producto, como tal, no hay. Hay una chica simpática, mona, inofensiva, cantando canciones de consumo rápido y sin nada que la haga destacar: ni su voz es especialmente reconocible, ni hay un look, ni hay un gancho, ni por supuesto un catálogo que se intuya suyo.
Y de ahí que sea incapaz de anunciar un tour por si misma y llenarlo: nadie iría a ver a Ana Mena, porque para ir a ver a Ana Mena habría que aclarar quién es. Becky G es la de los arneses y ‘Mayores’. Karol G es la de ‘Tusa’ y Anuel AA. Lola Indigo la Rapunzel del ‘Ya No Quiero Na’. ¿Ana Mena? Para explicar quién es tendríamos que tararear un par de canciones y no tendrían el tirón para gastarse los cuartos en un ticket para verla hora y media. Y por descontado, las reconocería un target muy determinado de gente.
Porque ha fallado la construcción de la artista, porque se le han buscado canciones y se la ha puesto a cantarlas. Porque muchas de ellas ni siquiera eran mínimamente dignas pero podían ser un hit -no lo fueron-. Y porque ni se la ha hecho destacar en directo, ni en vídeo, ni como talento. Que nadie duda de que lo tenga.
Es decir, que la culpa de a Ana Mena no se la reconozca no es de la propia Ana Mena, sino de que es un producto de marketing con mal marketing. Y estamos súper a favor de ese tipo de productos, pero hagámoslos bien.
Mientras tanto, ella disfruta contando anécdotas de colaboraciones, shows a los que acude y la vitorean y momentos que pasó en esta o aquella radio. Y realmente, bien que hace en aprovechar mientras el resto pone cara de «¿era quién, dices?». Ahora, que a largo plazo, va a depender mucho del presupuesto que le vaya quedando, porque público, lo que es público, tendrá el que decidan las radios y Spotify.
