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Estrellita La Moderna estrena el vídeo de ‘La Diabla’, que la confirma como storyteller patria

Estrellita La Moderna estrena el vídeo de ‘La Diabla’, que la confirma como storyteller patria

Ya imaginas lo que quiere. Estrellita La Moderna quiere muchísimas vacunas para Unicef con ‘La Diabla’, y a su pinchazo en el brazo se refiere con el traca-traca-traca-trá, que suena cuatro veces porque ya está la enfermera becaria poniendo las vacunas. «Mujer, es que no te veo bien la vena». Pues espera, hija, que me quito la piel como Robbie Williams en ‘Rock DJ’ a ver si así la pillas mejor. Es lo que tiene contratar a Mrs. Magoo en el centro de salud de turno. Bueno, dejemos a los sanitarios tranquilos, que bastante tienen con lo que tienen y con, además, ser citados en un post de un single de Merche.

La buena noticia es que ‘La Diabla’ ya tiene vídeo oficial. La mala noticia es que nadie aparece vacunándose, porque Merche es una enorme storyteller y, aunque la canción hable claramente sobre inmunizar a la sociedad, ella ha decidido transformar el mensaje y vendernos la canción como una historia de desamor.

La protagonista es ella, Estrellita La Moderna, que aparece en la habitación -finísimamente decorada por un cuadro barroco al lado de una televisión LED- en un picardías verdaderamente SECSI, en busca de que le vacunen el toto. Sentimos la ordinariez, pero es una historia de ficción, keep up. 

¿Pero sabéis qué ocurre? Que su pareja está tan sumamente enganchado al juego ese de salvar a un señor de un león soltando llaves para que le caiga lava encima y él se lleve el tesoro que no le hace ni puñetero caso a la artista de clásicos como ‘Ven A Mí, Niño’. De modo que ella busca el calorsito del infienno en la compañía de sus amigos, que por algún motivo están montando una fiesta en el patio comunal. Eso sí, en plan rata, porque no tienen ni unos pica-pica ni nada.

Y ahí que baja Estrellita, dispuesta a darlo todo, dispuesta a convencerles de que envíen muchísimas vacunas. Decenas, cientos, qué decimos, dispuesta a encasquetar a cada amigo una carretilla repleta de vacunas y llevárselas a media tarde a Unicef. Todos juntos, nadie podrá con ellos. De modo que, con un plan tan maravilloso, Merche decide abandonar al muchacho con una nota en la mesa.

«Quiero vivir», se lee en ella mientras la lava le cae al señor del videojuego encima y él decide volver a probar con el Candy Crush. 

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