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Carta abierta a Soraya Arnelas: un poco más de autocrítica, un poco menos de defensa

Carta abierta a Soraya Arnelas: un poco más de autocrítica, un poco menos de defensa

Soraya vuelve a estar inmersa en una polémica, y sí, a estas alturas habréis perdido la cuenta de la cantidad de veces que a la muchacha se le ha criticado haber dicho o hecho esto o aquello. Es cierto, a Soraya siempre se la ha mirado con lupa, desde el primer día ha sido discutida por tener un carácter fuerte, por ser una mujer de bandera y manejarse bien en los medios.

Pero claro, una cosa es esa misoginia interiorizada que la sociedad mantiene aún hoy día y de la que pocos consiguen escapar, y otra muy distinta, valerse de esa excusa para, ante cualquier patada al sentido común, alegar que se la ataca gratuitamente. Y eso es exactamente lo que viene a ocurrir ahora, cuando la cantante ha posteado el siguiente mensaje en redes sociales:

La sinopsis de lo que ha ocurrido

Hace ya unos meses, Soraya era invitada a la plataforma Playz, de RTVE, y en la misma, hacia unos desafortunados comentarios que se referían a la boyband BTS, a la que se refería como «chinos vestidos de señora» y «mariquitas». Unas declaraciones que, por aquel entonces pasaron inadvertidas, pero que han vuelto a la palestra esta semana, cuando Soraya ha vuelto a saltar a otra polémica al defender el «mariconez» de Mecano en ‘Quédate En Madrid’ que tanto traía de cabeza a dos concursantes de ‘OT 2018’.

Y claro, todo se ha hecho bola, porque las redes no han tardado en sacar a la luz otra de las incoherencias de Soraya al respecto de su pensamiento socio-cultural: alega ser animalista -de hecho donó su último premio de ‘TCMS’ a una asociación tal-, pero después se la ve apoyando a un familiar en una corrida de todos. Sinceramente, nosotros, antitaurinos, no vamos a una corrida ni siendo nuestra madre la que se mete a torera. Ya os lo decimos.

Pero cada cual es cada cual, sólo que a Soraya le saltó todo al mismo tiempo en las narices.

 

El debate equivocado

Y claro, ella alega que no es racista, ni homófoba, ni taurina. Y ya ha conseguido el mismo propósito que los fans de Mecano hace apenas unos días: confundir de tal forma el debate, que finalmente tenemos que darle la razón en que la gente se ofende muy rápido. Pero es que ojo, el debate no es si Soraya es homófoba o racista: el debate es si Soraya ha utilizado expresiones homófobas o racistas. Y sí, lo ha hecho.

Lo ha hecho como lo hacemos tú, yo, el vecino del quinto y nuestra prima la de Cuenca, porque aquí el que se salve que tire la primera piedra. La diferencia es que posiblemente lo hacemos, en tono jocoso o no, rodeados de gente que entiende el contexto y absoluto significado de nuestras palabras, mientras que ella le habla a un público general que no tiene por qué estás familiarizado con ellas.

Es decir, no es igual que nosotros le diga a un amigo «menuda señora estás hecho», que que lo diga Soraya en la televisión pública referiéndose a otro artista. Puede que ambas situaciones estén mal, pero la primera tiene un contexto y privacidad que hacen que el efecto no se vaya de madre. Mis amigos, posiblemente, saben cuál es el tono y el significado de lo que estoy diciendo, porque posiblemente conocen mi pensamiento sobre el tema.

Y al hilo de esto: sabemos que Soraya no es homófoba, lleva años apoyada en el público LGTB y apoyándolo también. Sería sobradamente absurdo que lo fuera. Pero ha utilizado una expresión homófoba que estaba bastante fuera de lugar. Y lo de decir que alguien va vestido de «señora» por llevar trajes de colores, el pelo largo y algún elemento teóricamente femenino más, Jesús, cabe pensar que lo dejamos atrás en 1993. Con lo de «mariquitas».

 

El peligro de la nula autocrítica

Pero Soraya ha optado por sentirse atacada y no equivocada. Sólo ve el ataque, en ningún momento se disculpa por, simplemente, haber equivocado el medio y las palabras. Sin exagerar el mensaje, un mero: «fue desafortunado», que además podía haber continuado con un «…pero a todo le sacáis punta» hubiera zanjado todo el drama.

No llega, sólo llega el «tengo la conciencia tranquila», el «podéis seguir difamando», el «no me afecta». Y ese es el problema, que no le afecta lo más mínimo. Y por tanto, mañana volverá a soltar otra estupidez en el entorno equivocado, y seguirá haciéndose la digna. Con cada vez mayor público dándole la espalda por incomprensión, como este que escribe hoy este post.

Y es que ya la tuvimos en su día con Soraya porque, en un debate en redes sobre gestación subrogada, ella respondió a un tuitero homosexual que se mostraba en contra del proceso que «cómo pedía libertades sin darlas él». Soraya equivocó «libertades» con «derechos» y tratamos de animarla a que se explicara. El debate se zanjó de nuevo a la defensiva y reprochando que se la discutiera en público y no en privado, a pesar de que el debate ya era público de primeras.

 

Hay veces que no cuesta nada recular, pedir disculpas y vigilar más el tono, pudiendo todos utilizar el lenguaje mejor. Nosotros somos los primeros que metemos la pata de forma constante, nos equivocamos, nos excedemos, y sabemos comernos con patatas que la gente se nos eche encima. Porque hay dos formas de afrontar semejante situación: o se reconoce el error y se sigue adelante, pudiendo, como decíamos, apostillar que hay quien es muy pesado recriminando cosas, o se asume que la forma de expresarse de uno puede levantar ampollas con absoluta naturalidad.

Lo que no se hace es tratar de dar la vuelta a la tortilla victimizándose de forma bastante gratuita y llevando el debate a lo que no es: Soraya no es homófoba, pero empiezan a sumársele demasiadas mariconeces a la lista.

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