Lo sentimos, pero el vídeo con el que Camila Cabello estrena oficialmente su carrera como solista no nos ha podido dar mayor vergüenza ajena. Ya no es sólo lo putapénico que elegir colaborar con Pitbull y J Balvin para debutar tras la ruptura con Fifth Harmony (sus anteriores colaboraciones se lanzaron antes de esto), sino ser la mujer florero, la niña mona de dos señores haciendo reguetón trasnochado y llegando a un límite machista incluso obsceno. De verdad que seguimos sin entender el tipo de mujer que pasa por el aro de esas letras. Preferimos pensar que Camila Cabello sólo rodó sus partes del clip y jamás ha escuchado los raps de los otros dos energúmenos.
Después de que Pitbull rapee que viva la libertad de Cuba, que al parecer se basa en que quien quiere coge una cubana y se la lleva a su casa («todo mundo quiere una Cubana, ponte en fila») como quien elige arroz Basmati en el súpermercado, aparece Camila susurrando que no puede respirar sin el amor del otro. Mira, lo que deberías es no poder contener la bilis chata. Pero nada, ella ya se ha vestido con sus mejores galas de Jennifer Lopez en ‘Qué Ironía’, ya está dispuesta a ejercer de Gloria Estefan del nuevo milenio, y que se la lleve quien quiera. Si son Pitbull y J Balvin los que la llevan, y si encima es al #1, dale, Mr. Worlwide.
Lo más divertido es que nos vemos venir todo tipo de declaraciones feminista, del poder de las mujeres, del apoyarse unas a otras durante la presentación de su nuevo álbum. Y espérate que llegarán, y ahí estaremos para hacer la croqueta y recordarle de cuando todo empezó con ella haciendo de arroz Basmati en el vídeo de dos mamarrachos disfrazados de mafioso y La Pelopony. Si esta es la libertad artística que buscaba Cabello, qué pena chica, qué pena.
