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Solange apretó, sin saberlo, el gatillo que disparó a la cima a los Carter-Knowles

Solange apretó, sin saberlo, el gatillo que disparó a la cima a los Carter-Knowles

Esta semana, Jay-Z publicaba, en exclusiva vía Tidal, su nuevo álbum, ‘4:44’. El lanzamiento, como ya decíamos, liberaba de cierto peso en la compañía a su mujer, Beyoncé, aunque dejaba en evidencia la carga que la pareja lleva con el proyecto: son prácticamente los únicos que ofrecen exclusivas potentes en la plataforma, máxime después del cabreo y posterior abandono de Kanye West, salvando así el impacto de ‘The Life Of Pablo’.

La cuestión es que los Carter parecen estar, en lo que es la industria musical en sí, en lo más alto de la pirámide. Son empresarios, son marca, son icono, y sobre todo, son artistas de un tremendo éxito: lo último de Beyoncé ha colado 3 millones de copias sin apenas impacto de sus singles, y lo de Jay, una vez se conozcan las cifras, posiblemente seguirá esa estela. La crítica también los tiene en alta estima: ‘Lemonade’ figuró en lo alto de prácticamente todas las listas de lo mejor del año en 2016, y ‘4:44’ ya tiene a los críticos de lado, con un 8 de NME, el 9 del L.A. Times o incluso un 10 del Daily Telegraph. La pareja parece no poder dar un paso en falso.

Ahora bien, ¿a cuento de qué se han desnudado tantísimo los Carter en el último par de años? La respuesta está dentro de las puertas de un ascensor. Aquel en el que Solange golpeó hasta aburrirse a Jay-Z mientras Beyoncé miraba sin mover un sólo músculo. El mayor escándalo de una pareja que guarda su privacidad casi bajo llave, y uno de los mayores escándalos del pop reciente.

Sin duda, un momento crítico a nivel mediático para la pareja. Pero si hay algo que caracteriza a Jay-Z y Beyoncé, además de los hits hasta ahora, es que tienen un equipo capaz de salir del paso de las mayores movidas. Y por aquel entonces también lo lograron: silencio sepulcral después del incidente hasta que, un par de años después, los dos desnudan su alma en sendos trabajos discográficos, convirtiendo un handicap en la mayor de sus ventajas.

Cierto es que Beyoncé ya había tratado el incidente de refilón en el remix de ‘Flawless’ («of course sometimes shit go down when it’s a billion dollars on an elevator»), pero contó su relación con Shawn Carter con pelos y señales durante ‘Lemonade’, tanto en el álbum como en el proyecto visual, que ahondaba en las infidelidades de la pareja y el remontar de su relación después. Beyoncé había salido victoriosa del ascensor: la víctima perfecta, puesto que su punto de vista era el de triunfadora y no el de mujer abatida.

La familia Knowles ha hecho de un ascensor el arma definitiva para conquistar el pop.

El incidente con Solange ha dado también alas a Jay-Z, que ha continuado el proyecto ‘Lemonade’, con su propio trabajo: más Becky, más historias de casa (narra incluso un par de abortos de la cantante), más acercamiento a lo político y social -cambiando de arriba a abajo la narrativa del rap clásico cuando cuenta incluso la historia de su madre lesbiana-. Jay-Z también ha abierto las puertas del ascensor triunfal, desde el punto de vista de la víctima que aprende de sus propios errores, sin negarlos o pasarlos por alto.

Solange apretó el gatillo con unos puñetazos y unas patadas llenas de rabia en defensa de su hermana, pero la familia Knowles, como un tremendo imperio creativo y empresarial, ha hecho de un ascensor el arma definitiva para conquistar el pop, y la industria ha olvidado ya que el piso en el que parecían irse a bajar estaba mucho más abajo.

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