Eurovisión ha presentado ya el escenario de su próxima edición. ¿Cómo? ¿Ya? Pero si es diciembre, no podemos ni tomarnos el turrón sin noticias eurovisivas. El periodo eurovisivo ha pasado ya a ser el nuevo «Navidad de Mariah», que dura un periodo indeterminado entre enero y diciembre de cada año, sin que nadie sepa muy bien como acotarlo en condiciones. Hay varios ingenieros trabajando en ello desde hace años, pero se rumorea que más de uno se ha quitado la vida tras descubrirse escuchando ‘All I Want For Christmas Is You’ en pleno junio y valorando si Netta merecía haber ganado en mitad de septiembre. Un cuadro.
El caso es que como os decíamos, Eurovisión ya tiene escenario. O una maqueta digital del mismo. O de la ausencia del mismo vaya, porque la noticia sobre el escenario de este año es que hay más bien poco escenario. Des-cenario. Vacío legal. Muchísimas luces, pero poca hostia. Y oye, contra todo pronóstico, esa ausencia casi absoluta de trastos en escena, funciona. Bastante bien, al menos en foto.
Lo ha diseñado, para variar, Florian Wieder, encargado del escenario de 2011, 2012, 2015, 2017, 2018 y 2019. El Ruth Lorenzo de los diseñadores de escenarios: no importa de qué edición hables, que su nombre siempre termina apareciendo. Cuenta el señor que el escenario está inspirado en el lema de la edición, ‘Open Up’, y en el paisaje neerlandés. Pobres gentes neerlandesas, que ni tulipanes tienen ya, con los típicos que eran. Será el cambio climático, que ahora en el paisaje neerlandés con suerte ves una bola de paja pasando y los rayos del sol haciendo de atrezzo, a lo sumo.
Que podríamos pensar que el escenario de Lisboa tampoco es que tuviera mucho en la edición de 2018, pero al menos tenía un puente. Imaginad que no hubiera habido nada, es que Tinet Rubira hubiera optado por que Alfred García & Amaia se tumbaran inmóviles en el suelo, sin pestañear siquiera. Vamos, en el escenario de este año que viene, lo mismo no les hubiera dejado ni abrir la boca para cantar, por venderlo de intimista.
