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Nacidos Para Beber | Atroz arranque de gira de Amaia Montero, pasada de rampas oblícuas

Nacidos Para Beber | Atroz arranque de gira de Amaia Montero, pasada de rampas oblícuas

La gira de EMEIE para ‘Necides Pere Creer’ y por supuesto, estábamos ojo avizor para descubrir si la cantante nos dejaba enormes momentos para la historia a lo largo de su desarrollo, speeches imposibles en los que Idoia no supera cómo decirle que se callara, canciones completamente fuera de tono o gente que encuentre raro que a los 40 no esté afinada.

Lo que no esperábamos, siendo honestos, es que todo fuera a ocurrir al mismo tiempo durante el propio arranque de gira, en Renedo De Piélagos, donde la cantante lució temas de su nuevo álbum, amén de recuperar clásicos suyos y de La Oreja De Van Gogh. ¿El problema? Que había salido al escenario habiéndose tomado cuatro blísters de ansiolíticos, caminado 600 escaleras con unos zapatos que le quedaban un pelín grandes, y después de todo esto, había como una docena de rampas olbícuas para llegar al escenario, con que imaginaos. EMEIE llegó hecha un Dalí original.

«Veo aquí a mucha gente tímida, veo lo típico de, vamos al concierto, pero…», decía la cantante después de marcarse un Amy Winehouse de catálogo durante ‘Nacidos Para Creer’ (a partir del minuto 14). Además de estar totalmente fuera de tono y tempo, la artista culpaba a su banda del desastre, después trataba de volver a empezar desganada, y finalmente, decidió que era más fácil decir que el público era un coñazo.

Un público, por cierto, que llevaba aguantándola desafinada desde el minuto 4:50 del siguiente vídeo, aproximadamente después de unas 6 canciones del show. «No hemos tenido mucho tiempo de ensayar tampoco», decía EMEIE visiblemente afectada por el uso de antihistamínicos, que ya sabéis que dan sueño, y le habían dejado las cuerdas vocales hechas un auténtico ‘Tulipán’.

«Qué manía con el móvil, joder», le increpaba (6:50) en otro momento del concierto a los fans, y no es de extrañar que la reina del PEP no quisiera que todo aquel espectáculo se grabara, no hay ya suficiente ansiolítico para tanto desastre vocal y escénico. Ella paseándose en falda chándal por las tablas, sin saber muy bien qué hacer, tirada en el suelo sin pensar, que al cantar ‘Mi Buenos Aires’ la nota final había sido para terminar con la carita empapada a que llegara con rosas.

En fin, que una pregunta ha quedado clara: a cuánto vende EMEIE la verdad, ni idea, el kilo de atún, tampoco, pero un buen show lo vende demasiado caro para lo poco que ofrece. No se me ocurre decir ni una sola pelebre.

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