Leiva no iba a vacunarse. Ahora sí. Y no porque haya visto que Araceli aún no se ha convertido en caimán o desarrollado nuevos poderes de Google Maps humana a raíz del implante del chip. Era todo mucho más sencillo: Leiva afirma que ha reflexionado y ha cambiado de opinión respecto al tema. Que ya no tiene dudas sobre la vacunación y que es lo más responsable de hacer.
Leiva se disculpa públicamente un tanto a la defensiva, haciendo gala de la estrategia de Sofía Ellar de «pido perdón, y ahora hablemos de lo malos que sois todos». En su párrafo a través del bloc de notas del móvil, Leiva manda a la mierda a la prensa amarillista y dejar caer que mucha gente, además de él, tuvo dudas con el tema de la vacuna.
Esa gente, eso sí, probablemente no había inhalado previamente hasta las sobras de los Miguelitos en su boulangerie más cercana, sin preguntarle a la repostera si los cruasanes estaban libres de gluten o la harina era ecológica. Precisamente eso sorprendía a la gente en redes sociales, el escaso criterio para la confitería y el análisis exhaustivo del contenido de la vacuna que después le hace gente como Leiva.
El sábado noche «ponme tres cocas de vidrio y dos tartas de Santiago». El domingo por la mañana, con las gafas a la altura de la punta de la nariz, ejerciendo de reputado virólogo y analista de vacunas gracias a los seis semestres de farmacología en la San Marino.
Pero bueno, en el par de líneas que Leiva dedica a disculparse dentro de toda la parrafada, dice algo que es muy importante: en esta vida nos tenemos que permitir las contradicciones. Si no, nosotros mismos seguiríamos pensando que ‘GTFO’ de Mariah es un tema del todo meh. Fijaos qué locura.
