Crítica

#ElDisco | Alejandro Sanz emborrona el que, efectivamente, podría haber sido «EL» disco

#ElDisco | Alejandro Sanz emborrona el que, efectivamente, podría haber sido «EL» disco

Han pasado 3 años desde su último álbum, ‘Sirope’, y el nuevo disco de Alejandro Sanz se llama ‘#ElDisco’. Con hashtag, porque en España a todo tenemos que llegar tarde, especialmente cuando intentamos hacernos los modernos. Según el título, el trabajo de Alejandro Sanz debía ser redondo, un álbum completamente disfrutable de principio a fin, un disco perfecto. EL DISCO.

Y cuando Sanz publicaba su primer single, ‘No Tengo Nada’, llegamos a pensar que la magia de sus composiciones noventeras -incluso las de los primeros dosmiles- podía estar de vuelta y, efectivamente, Alejandro Sanz podría terminar lanzando un disco redondo.

No tardamos mucho en perder la fe, según los siguientes singles iban viendo la luz, pero un hilo de esperanza nos tenía pendientes de descubrir qué más podía el Sanz de 2019 ofrecer para conseguir poner solución a un proyecto que veíamos navegando cada vez con menor dirección.

Ha llegado el día de que valoremos lo que ‘#ElDisco’ aporta a su discografía y, antes de continuar, parémonos a valorar cuáles son los tres datos que lo definen.

 

El arte de hacer bien «el moñas»

A estas alturas de la película, valorar que lo de Alejandro Sanz es un producto azucarado por encima de toda posibilidad, sería un absoluto absurdo. Pero saber azucarar los productos a su medida justa es un arte, y Alejandro Sanz se ha convertido, con 30 años de carrera a espadas, en un maestro de ello.

Así, cuando se da un baño de humildad en ‘No Tengo Nada’ o desborda intensidad con sabor a ‘Más’ en ‘El Trato’, Sanz calcula perfectamente la dosis a inyectar en su público, y uno de los mayores caramelos del álbum lo da en ‘Este Segundo’, junto a la catalana Judit Neddermann, que combina la sutileza de su producción con una letra preciosa que tiende, en el mejor momento, un puente entre el español y el catalán: «Este segundo no vuelve,
este segundo no aporta, que se pasa el tiempo, que se va la vida, que solo es un momento». 

 

El auto-ageism

Alejandro Sanz cumplió 50 años hace unos meses. En un panorama internacional, que Sanz tuviera una gran acogida por parte de los medios sería impensable, pero en España, el ageism lo llevamos bastante mejor: artistas como él siguen recibiendo plays en radio (‘Mi Persona Favorita’ es #25 esta semana), una exposición importante en televisión, y en su caso específico, una mastodóntica promo en servicios de streaming y compra digital.

Visto el apoyo, es curioso que sea el propio Sanz el que evidencie su edad cuando intenta «ir de moderno». Su colaboración con Nicky Jam, una intentona de ‘I Like It’ más vergonzante que simpática, es todo un bajón en mitad del álbum, la colaboración de Camila Cabello aporta tan poco como la rima del estribillo de ‘Mi Persona Favorita’, y el número supuestamente funk de ‘Azúcar En Un Bowl’ suena, de nuevo, a alguien que intenta seguir las tendencias sin saber muy bien dónde dispara: qué necesidad tiene Sanz de apuntar a un público joven al que toma casi por tonto. Van a comprarle más el trabajo por lo que sabe hacer bien que por aquello con lo que intenta seguir el juego de los millennials.

 

Las auto-referencias

Como decíamos antes, lo interesante de ‘#ElDisco’ es que refleja muy bien al Sanz de diferentes eras hasta hoy: el trip-hop de ‘Los Lugares’, junto a Residente, nos lleva a aquel experimental de ‘No Es Lo Mismo’; ‘El Trato’ o ‘Te Canto Un Son’ a ‘Más’ -ambas tiene una enorme madera de single, y la segunda es una muestra de que Sanz puede latinear sin necesidad de caer en obviedades casi ridículas- y ‘No Tengo Nada’ tiene destellos de ‘El Alma Al Aire’.

‘#ElDisco’ es un álbum donde conocer bien qué le gusta hacer a Alejandro Sanz, con qué palos le gusta jugar, acierte más o menos en el escaparate de canciones.

 

El resumen general del álbum es que lo bueno es muy bueno, muy, pero lo malo, es igual de malo. En el terreno melódico Sanz sigue manejándose de forma precisa, entre el poeta y el cantante; cuando quiere ponerse bailongo lo hace mejor solo que acompañado, y es en los pequeños detalles cuando más deja que el oyente saboree ‘#ElDisco’.

Sanz no necesita raperos, ni samplers en clave salsa, ni hacer funkys torpes, necesita exprimir y evolucionar con el producto que ya conocemos. De hecho, cuando mejor suena su voz en el trabajo es cuando más reconocible es la canción como parte de su repertorio. ‘Azúcar En Un Bowl’, por ejemplo, es de lo peor cantado de su discografía.

Así que ‘#ElDisco’ empieza muy bien, pero termina fatal, con un ‘It’s Ok’ que, se supone, es una sesión de jamming en inglés que alguien debía haber parado antes de que se colara en el trabajo, porque es realmente bochornosa. Eso sí, cuando Alejandro Sanz ejerce de sí mismo, aún se le intuye magia para rato. 

No es ‘#ElDisco’ que esperábamos, porque ese llegará cuando Alejandro se quite esa necesidad de impresionar de encima.

 

Temas clave: ‘No Tengo Nada’, ‘Te Canto Un Son’, ‘Este Segundo’. 

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