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#BestOf2010s | Las ganadoras de Eurovisión, ordenadas de peor a mejor

#BestOf2010s | Las ganadoras de Eurovisión, ordenadas de peor a mejor

Los 2010s llegan a su fin y nos hemos decidido a dar forma a una serie de rankings que nos cuenten cómo ha sido la última década. Arrancamos con las canciones que se llevaron el triunfo cada año de la última década en el Festival de Eurovisión, apostando por nuestras favoritas y detallando por qué lo son, y por qué no las que quedan más bajas. De Lena a Duncan Laurence, mucho ha llovido en los últimos años de Eurovisión.

 

10 | 2011 | ‘Running Scared’ , Eli & Nikki, 221 puntos

Que la victoria de 2011 aún huele a chamusquina es un hecho. Aún recordamos las caras de la gente que desde nuestro salón descubría a Azerbaiyán como ganadora. «¿Pero esta cuál era?», «¿en serio?», «¿pero no es la que hemos aprovechado para ir al baño?», etc. Eli & Nikki se presentaron sobre el escenario con la más aburrida y olvidable balada de catálogo, objetivamente la única canción verdaderamente mala de este ranking. ‘Running Scared’ no tiene el mínimo encanto más allá de ser carne de playlist de tienda de perfumes en época navideña. Como banda sonora de un Marionnaud, muy bien, como ganadora de Eurovisión, debería haberse investigado. Ni siquiera ganó su semifinal, pero en la final se impuso a Eric Saade, Blue, el segundo año de Lena o la propuesta italiana ganadora del voto del jurado. Dios sabe.

 

09 | 2018 | ‘Toy’, Netta, 529 puntos

En el caso de 2018, la victoria de Netta se veía venir a distancia. Sólo Chipre, con una Eleni Foureira que terminaría robándole el foco eurovisivo a la israelí, tenía las de marcarse un sorpasso gracias a una puesta en escena digna de videoclip. Pero no fue así, y la final se la llevó Israel con ‘Toy’, una canción que no fue un hit, porque era imposible que lo fuera: pudo resultar juguetona y pegadiza durante la noche del Festival, pero en el mundo real, Europa ya había pasado página de una canción que llegaba 8-10 años tarde. ‘Toy’ era escandalosa, industrial, rozaba la sobreproducción… un cúmulo de ingredientes que sí, hacía que llamara la atención durante la noche -motivo por el que terminó conquistando al público-, pero no invitaba a repetir su escucha en replay después.

 

08. 2016 |  ‘1944’, Jamala, 544 puntos

La victoria de Jamala en 2016 también nos pilló algo fuera de juego, porque, sin haber hecho apenas caso a las casas de apuestas aquel año, tampoco le habíamos prestado especial atención a su actuación durante la noche. Es más, nos llegó a parecer aburrida. Pasado el momento de la noche, ‘1944’ tiene suficiente encanto, no sabemos si tanto como para la victoria de aquel año, pero desde luego sí para aportar algo de factor de memorabilidad. Quizá el que les faltaba a la bonita balada australiana que quedó segunda y a la sobreproducción escénica de la rusa que quedó tercera. Jamala contó la historia de su abuela, que a mediados de los 40 fue deportada de Crimea por las fuerzas de la Unión Soviética, y de cómo perdió a una de sus hijas en el proceso. ‘1944’ se construía en una interesante base trip-hop, poco habitual en Eurovisión, y se acompañaba de visuales que se ramificaban según la canción avanzaba e iba in crescendo. ‘1944’ ha salido ganando con el paso del tiempo. Jamala… no tanto.

 

07 | 2014 |  ‘Rise Like A Phoenix’ , Conchita Wurst, 290 puntos

Lamentablemente, hace un lustro, la prensa decidió centrar su mensaje de victoria eurovisiva en que Conchita Wurst era una «mujer barbuda» (Jesús…) y los motivos de su victoria quedaron algo difusos para el público general, que creyó que la gente estaba votando un espectáculo llamativo y no una canción. Y eso que en aquel «espectáculo», Conchita no se movió de la plataforma en la que estaba. Y eso que llevaba un vestido absolutamente sobrio que tampoco era gran cosa. Y eso que en el escenario no había nadie más que la acompañara. ‘Rise Like A Phoenix’ ganó no sólo porque Conchita luciera barba, ganó porque era una composición híper clásica, de mensaje empoderador para el colectivo LGTB+, con una puesta en escena absolutamente eficaz y visual, y una estupenda interpretación vocal que hizo que el público terminara aplaudiendo hasta con las orejas. Por eso ganó Conchita.

 

06 | 2013 | ‘Only Teardrops’, Emmelie De Forest, 281 puntos

Cómo nos gusta un momento étnico en una final de Eurovisión. Más aún si se funde con el pop de forma tan efectiva como en el caso de ‘Only Teardrops’, que arrancaba casi con una flauta de cuento de hadas medieval para pasar después a canción de estribillo acelerado, perfecto para el sing-a-long, y totalmente entregado al melodrama popero que permite sonreír y llorar al mismo tiempo al interpretarlo. Emmelie De Forest salió al escenario descalza, con un vestido hippie y tonos amarillos -para desesperación de una delegación española con el mismo staging-, aunque le sobró algo de pantomima en el escenario. Qué necesidad había de tanto tambor, un flautista que se colocara delante de ella en un momento determinado y tres coristas. Emmelie funcionó con el ‘Teardrops’ porque tenía algo de ese espíritu despreocupado de Lena de años atrás, a sabiendas de que tenía una buena canción, y con menos la hubiera hecho aún más grande.

 

05 | 2019 |  ‘Arcade’, Duncan Laurence, 498 puntos

A 2019 le ocurrió un poco como al año anterior: el ganador del Festival era el favorito en las casa de apuestas, pero le seguía cada vez más de cerca otro país, en este caso Italia, que terminó dando a Europa un hit mayor que el del ganador, ‘Soldi’. A pesar de ello, las apuestas de cada país eran tremendamente distintas: Mahmood elegía presentarse con sonidos de la más absoluta actualidad que conquistaron al público, pero la balada victoriosa de Duncan Laurence tampoco tenía nada que envidiarle en el terreno de lo atemporal.

Cantada simplemente al piano y con una sobriedad espectacular, ‘Arcade’ enamoró al continente, que veía como el neerlandés no se movía de su taburete y dejaba que distintos efectos de luz acompañaran a su puesta en escena, apenas animada con una bola de luz que, por unos segundos, iluminaba bien su rostro. Su interpretación fue aplaudida y su canción la podremos escuchar de aquí a 10 años sin que apenas haya envejecido. El triunfo de lo clásico.

 

04 | 2010 | ‘Satellite‘, Lena, 246 puntos

Y si a Emmelie De Forest le hubiéramos pedido algo menos, es precisamente porque años atrás, Lena se hizo con la victoria sin apenas puesta en escena. Ahí se plantó, un año antes de llegar al #10 con la muchísimo más sofisticada ‘Taken By A Stranger’, con un vestido negro, sus coristas y punto final. Ningún atractivo extra que desviara la atención de la voz de la artista, que por cierto interpretó ‘Satellite’ como si estuviera en una pequeña fiesta entre amigos.

Y fue precisamente ese encanto de girl-next-door el que llevó a Alemania a la victoria con un tema pop tan sin más realmente, porque tener no tiene nada, pero al tiempo lo tiene todo. Quizá porque en aquella época, en la que el pop empezaba a tender a tener tintes de esto o de aquello, echábamos en falta una canción sin más historias, con una buena estructura, un estribillo pegadizo y un mensaje sencillo: «como un satélite, estoy en órbita a tu alrededor». 

 

03 | 2015 | ‘Heroes’, Måns Zelmerlöw, 275 puntos

El top3 que hemos escogido está repleto de himnos. Las tres canciones son reflejo de lo que una victoria en Eurovisión debe suponer: además de una canción que funcione entre el público, una cuyo mensaje una a todos los países, que pueda ser recordada como un nexo, como un puente… como un himno. Un recuerdo del año en el que ganó el Festival. Y en 2015, Måns Zelmerlöw nos puso a todos el título de ‘Heroes’. Qué más queríamos para darle el triunfo.

La canción tenía tintes un tanto country-pop, muy de la época, pero terminaba culminando en un estribillo absolutamente tarareable, memorable hasta decir basta y coreable desde su segunda repetición. ‘Heroes’ es una de esas canciones pop diseñadas para ser hit, pero que también terminan diciendo algo como canción. El sueco hizo además historia con una puesta en escena difícil de borrar de la mente: esa en la que compartía protagonismo con unos pequeños muñecos en las pantallas sobre el escenario, y cuya estrategia trató de copiar Rusia, fallando en su tiro a la victoria por lo grandilocuente de Sergey Lazarev. Måns fue el héroe de las pequeñas cosas.

 

02 | 2017 | ‘Amar Pelos Dois’, Salvador Sobral, 758 puntos

No, Salvador Sobral no trajo de vuelta «las canciones» a Eurovisión. Porque ya había muy buenas canciones antes de la suya. Ni la música sin «artificios», porque ya hubo propuestas -y las sigue habiendo anualmente- del mismo corte. Su discurso se terminó haciendo bastante cargante, porque lo que podía haber remado en favor del Festival terminó cargando contra él, pero el encanto de ‘Amar Pelos Dois’ sigue intacto a pesar de ello.

Sí que es cierto que Salvador fue, en 2017, el primer ganador de la década en presentarse en el escenario con algo tan intimista, tan aparentemente delicado y pequeñito, tan bien decorado con sutilezas que hacía parecer que Portugal no contaba con puesta en escena aquel año, en vez de mostrar que contaba con una sobria y bonita.

‘Amar Pelos Dois’ enterneció al público por su bonito mensaje, pero también por una interpretación muy particular de Sobral, que en directo se viene arribísima con el efecto de la música. El mensaje de la canción terminó calando más que el del artista, y Portugal se llevó su primera y merecida victoria con el tema.

 

01 | 2012 | ‘Euphoria’, Loreen, 372

Sí, elegir ‘Euphoria’ como la mejor de las propuestas eurovisivas de la década estaba entre lo obvio y lo fácil. Pero es que ES la mejor propuesta de la década. Enmarcada en una producción EDM que se estilaba mucho al arranque de 2010s, ‘Euphoria’ no se deja comer por la pista de baile y pone la melodía vocal muy al frente, con un estribillo épico, atemporal, de mensaje rotundo y que cumple los cánones de los que antes hablábamos con ‘Heroes’.

Loreen se meó en cualquier propuesta escénica de aquel año y también en la gran mayoría de los años venideros, combinando el puntito espiritual de su «persona», con el del baile y el trasfondo teatral que le quiso dar a ‘Euphoria’. 135 millones de reproducciones tiene hoy día la canción sólo en Spotify, a pesar de haberse publicado bastante antes de que el streaming fuera «algo».

La nieve, el kimono, el movimiento de pelo, la batalla con su bailarín en ese tira y afloja, su perfecto dominio vocal en algo tan complejo y la canción. La canción que define el poder de Eurovisión para el público que no ve Eurovisión. Si la sociedad en general recuerda algo del Festival en la última década, incluso sin haberlo visto, seguro que es a la chica del pelo largo que hacía un karate extraño mientras gritaba a Europa en favor de una ‘Euphoria’ en tiempos tan oscuros como los del arranque de la canción. No sabía lo mucho que haría falta seguir pidiéndola poco después.

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